jueves, 4 de junio de 2009

La errónea fama sindical

Pese a que el gobierno pretenda maquillar los datos, la situación laboral de España dista mucho de ver los famosos "brotes verdes". Y es que, con la tasa de paro más alta de la UE-27, no hay mucho margen para el optimismo.
En este contexto se habla de que es necesario reformar el mercado laboral español, y uno de los puntos claves es el de los salarios. Así surge la siguiente pregunta: ¿es posible elevar las tasas de salarios para todos los que desean ansiosamente encontrar trabajo, por encima de lo que ellos hubieran obtenido en un mercado de trabajo sin trabas.
Está muy extendido entre la opinión pública la idea de que la mejora de las condiciones de los asalariados es una conquista de los sindicatos plasmada en ciertas medidas legislativas. De esta forma el aumento en los salarios, así como la disminución en las horas de trabajo, la prohibición de trabajar para los niños y otros muchos cambios serían consecuencia de la acción sindical y la legislación. Como la gente cree que debe al sindicalismo su alto nivel de vida, se perdona la violencia, la coerción y la intimidación del sindicalismo y también se ven con indiferencia esas trabas a la libertad personal que ahora subsiste en las cláusulas sindicales como la de exclusión y la de no contratación fuera del sindicato. Mientras estas falacias prevalezcan en las mentes de los votantes, no se puede esperar una completa desaparición de esas políticas que erróneamente se han dado en llamar "progresistas".
Por tanto, debemos preguntarnos cuál es la causa del desempleo. Para empezar diremos que la tasa de los salarios que permite que todos aquellos que necesitan trabajo puedan obtenerlo, depende de la productividad marginal del trabajo, es decir, de la contribución del trabajador en la utilidad del producto o servicio.
Mientras más capital se invierta, ceteris paribus, se obtendrá mayor aumento en los salarios en un mercado libre, no controlado por el gobierno o los sindicatos. Con estas tasas de salarios en dicho mercado, todos los que desean trabajo lo pueden obtener. En un mercado de trabajo libre siempre existe la tendencia hacia la plena ocupación. En realidad, la política de permitir que el mercado libre determine el nivel de los salarios es la única política razonable y exitosa de pleno empleo. Si las tasas de salarios sobrepasan dicho nivel, ya sea por medio de la presión y compulsión sindicales o por decretos gubernamentales, se desarrollará entonces el desempleo indefinido de una porción de la fuerza de trabajo potencial.
Detectada una de las causas del desempleo (el desajuste de los salarios), la solución está al alcance de la mano, es decir, la desaparición de los sindicatos como lobby. Cosa que, por cierto, no sería muy complicada si dejasen de recibir subvenciones del gobierno, pues, con lo que recibirían de sus exiguos afiliados no les daría ni para comer.

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