jueves, 25 de junio de 2009

El papel del Estado (I)

La verdad es que nuestra sociedad occidental, y especialmente la española, está muy acostumbrada a que al menor de los problemas, papa estado venga a nuestro rescate. A los políticos, ya sean de uno u otro lado, se les llena la boca diciendo que nuestra democracia es liberal y demás mentiras que el vulgo poco adiestrado se las cree, y no porque sepa qué supone, sino porque se está muy bien viviendo a costa de los demás.
Centremonos en el caso español, pues, por ahora, es donde vivimos. Alguno se escandaliza cuando historiadores como Pío Moa o Ricardo de la Cierva señalan con pruebas que la libertad de la que gozaban los ciudadanos bajo el régimen del general Franco era mucho mayor que la que venimos "disfrutando" desde que estamos en democracia (si estamos o no en una democracia es tema de otro post). Los multimillonarios rescates bancarios y de otros sectores como el automovilístico a costa del contribuyente en el plano económico o la asignatura de Educación para la Ciudadanía son un claro ejemplo de que los politicastros que nos gobiernan no buscan más que interferir en la vida de la gente. No se trata de otra cosa mas que de nuestra libertad.
Superaría las pretensiones de este primer post -que es una introducción- empezar a enumerar las numerosas intromisiones que los individuos que nos gobiernan, en nombre del Estado, vienen perpetrando en contra de nuestra libertad. Sin embargo, creo que es conveniente explicar bajo qué marco expondré los hechos. Está claro que alguien de ideología, digamos, marxista, entiende el poder del estado como paso previo al poder del proletariado. Lo que ha pasado es que esta gente pronto se dio cuenta que se está muy bien en las poltronas. Para alguien que está en posiciones, digamos, más tradionalistas, entiende el estado como garante del orden natural. En ambos casos, se otorga al Estado un papel que no le corresponde, es decir, de canal transmisor de la ideología de los gobernantes a la sociedad.
La premisa de partida es sencilla. Tanto en el ámbito económico como social el Estado NO debe intervenir. Deben ser los propios individuos los que, en el ejercicio de su libertad, decidan. A partir de aquí, en próximos posts analizaremos las alteraciones que el papel cada vez más intenso del Estado introduce en las legitimas decisiones autónomas de los ciudadanos en cuanto a la economia, la educación, la familia y la religión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario