miércoles, 17 de febrero de 2010

El fracaso de la universidad

Lo sucedido en los últimos días en la Universidad de Granada con la exposición blasfema de un tipejo que se dice artista (no quiero hacer publicidad de este individuo, así que no pondré el enlace), debe hacernos de una vez por todas reflexionar sobre el papel que está desempeñando la universidad en el desarrollo social. Antes que nada, decir que, obviamente, este individuo, que considera a la Virgen Maria una ramera, no ha buscado más que la provocación para promocionar su blasfemia. En cualquier caso, ¿se atreverá a hacer lo mismo con Mahoma? Pincho de tortilla y caña a que no.

Pero lo que de verdad me apena es ver en qué se ha convertido la universidad, no sólo la de Granada en este caso, sino la gran mayoria de universidades públicas españolas. Que una universidad se preste a subvencionar y servir de paraguas a exposiciones como esta, en las que se sobrepasa la libertad de expresión y se llega a la mofa y el escarnio de las creencias de muchas personas, cimiento de nuestra sociedad, revela la pobredumbre moral de muchos que, con tal de no perder sus poltronas, son capaces de bailarle el juego a la ideología laicista y anticristiana. La promoción por parte de las universidades del odio y la desvirtuación del mensaje cristiano es cada vez mayor. Pero, lamentablemente, no se dan cuenta de que las que están perdiendo el prestigio son ellas mismas.

En el ranking de las mejores universidades del mundo es tarea dificil encontrar en los primeros puestos a alguna universidad española, simplemente porque no están. La universidad ha dejado de ser un centro para la enseñanza y la investigación y se ha convertido en la perfecta correa de transmisión de la ideología izquierdista, totalmente subordinada a los dictados del partido. La endogamia universitaria tiene dificil solución mientras la mayoria del cuerpo docente esté más preocupado por contentar al político de turno que por promover el desarrollo personal e intelectual de los alumnos.

Es palpable y plausible el infimo nivel academico con el que llegan los alumnos a la universidad, pero, para la gran mayoría, una vez que abandonan sus estudios, podemos decir que la universidad no ha pasado por ellos. El espíritu crítico, el gusto por buscar uno mismo respuestas, la capacidad de razonamiento son hoy aptitudes dificiles de encontrar en un titulado universitario. En cambio, lo que tenemos son masas adormiladas que repiten una y otra vez los mismos mantras y postulados izquierdistas, ecologistas, ateos y anticristianos.

Lo sucedido en la Universidad de Granada no es más que un ejemplo de lo que por desgracia viene sucediendo en la universidad desde hace bastantes años, una universidad donde la ideología frentepopulista se ha hecho fuerte, y que, mientras no se haga una limpia en las poltronas y la universidad deje de depender del dinero gubernamental, será muy dificil superar. La verdad es que la universidad es el último escalafón del sistema educativo de un país y si los cimientos fallan, obviamente el tejado también fallará. Por eso, seguramente, habrá que empezar a reformar desde abajo.

Por último, no puedo dejar de alertar sobre los continuos y recientes ataques a los cristianos, y especialmente a los católicos: lo de los crucifijos, el Cristo de Monteagudo, el Valle de los Caídos, la exposición en la Universidad de Granada, etc. son sólo algunos ejemplos. Se suele recurrir en estos casos a la manida frase ladran, luego cabalgamos, pero, no se si nos hemos dado cuenta de que han empezado a no sólo ladrar, sino también a morder. Dejemonos de tibiezas y plantemos cara a quienes pretenden erradicar al cristianismo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Lecciones de Haití

Ya ha pasado casi un mes desde que la naturelaza se cebara de forma inmisericorde contra uno de los países más pobres del planeta. Tras los primeros momentos de estupfacción por la magnitud del seismo, la solidaridad empezó a brotar como un resorte de los corazones de personas anónimas, empresas e instituciones. Todo el mundo sabía que tenía que ayudar a una población que había perdido lo poco que tenía y que, en la mayoría de los casos, no sólo se trataba de bienes materiales, sino también de familiares. Pero, no pretendo hablar de que la reconstrucción de Haití llevará muchos años, ni de que la ayuda debe continuar llegando al país. La situación me sirve como excusa para plantear un asunto que creo importante: ¿hasta que punto España recuerda que desde la Patagonia hasta las Rocosas, esos territorios una vez dependieron del Imperio Español?

No es cuestión aquí de hacer un tratado histórico del por qué de la independencia de los territorios americanos, ni siquiera de criticar a los diferentes gobiernos que lo permitieron -la historia ha puesto en su sitio a cada uno- sino más bien de plantearse el por qué los gobiernos de la democracia, ninguno, ha planteado la necesidad de recuperar las relaciones con esas tierras. Mientras las excolonias francesas acuden siempre en primer lugar a Francia cuando tienen algún problema, o las excolonias Británicas formaron la Commonwealth, los paises latinoamericanos nunca han buscado en España esa, digamos, protección, sino que cada vez más, están totalmente americanizados.

Es palpable que desde la madre patria, hemos permitido que salvo honrosas excepciones, el desarrollo de los distintos países de Iberoamerica haya ido a remolque del dictamen de las potencias europeas y EE.UU. a través de sus multinacionales. Más recientemente, hemos consentido que dictadores como Chavez, Morales, Correa, Castro,... sometan a sus conciudadanos a unos regímenes totalitarios que no les permiten prosperar. Es obivo que la salida de aquellas tierras se hizo mal, abandonandoles a su suerte y el resultado todavía hoy persiste.

Quizá no sea el mejor momento para que estos países vuelvan su mirada a España. No somos ejemplo de nada. Tenemos un gobierno ilegítimo que ha desmontado la Constitución por la vía de los hechos, que ha sumido a la economía del país en un pozo del que dificilmente saldremos sin la intervención de Europa, que quiere reescribir la historia, que quiere eliminar los pilares morales sobre los que se ha asentado nuestro desarrollo los últimos 2.000 años, que no oculta su aversión a todo lo que suene a cristianismo, etc. Con este panorama, creo que no estamos en condiciones de ser referente para nadie, sino más bien de aprender de otros.

Aún así, no sólo deberíamos acordarnos del Nuevo Mundo cuando suceden catastrofes naturales. En su momento nos servimos de aquellas tierras y ellos pudieron progresar gracias a que nosotros llevamos allí nuestra cultura -especialmente el catolicismo-. Creo que es hora de retomar ese intercambio y de reclamar para España el puesto primigenio que le corresponde en lo que a relaciones internacionales con Iberoamerica se refiere. Todos, seguro, saldremos ganando.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Islam? No, gracias.

La noticia de lo ocurrido en la localidad catalana de Cunit ha hecho a muchos darse cuenta de un hecho que está ocurriendo delante de nuestras narices, pero que era obviado por la mayoría. Lo sucedido en esa localidad, gobernada por el PSC, no es un hecho aislado, sino que es un fiel reflejo del cambio de modelo social que por la vía de los hechos, la izquierda promasónica pretende implantar en España.

Desde diferentes círculos, se lleva ya mucho tiempo alertando sobre la creciente islamización de Europa, y por supuesto de España. Pero, mientras en Suiza hacen campañas en contra de la construcción de minaretes -por ser un símbolo de dominio- o en Francia se prohiben los burkas por considerarlos una forma de sometimiento de la mujer, aquí, en la antigua España, nos dedicamos a fomentar conductas como las del imán de Cunit, a promover partidos islámicos de inspiración salazista, a proponer el árabe como lengua a estudiar en la primaria, a querer convertir de nuevo a la Catedral de Córdoba en mezquita, a colaborar activamente con una teocracia musulmana como la marroquí,... La lista es interminable. Desde lo de la guardia mora del Caudillo, no se había visto cosa igual.

Es posible que la situación actual se derive de la idílica caracterización que de la época de ocupación musulmana se ha venido haciendo desde el ámbito académico en los últimos años. Pero, más bien, detrás de todo este conchabeo con lo islámico está el odio irracional a todo lo que suene a cristianismo y, muy espcialmente, a catolicismo. El macho alfa del socialismo en nuestro país, zETAp, en un alarde de hipocresía sin precedentes, es un gran amigo del islam mientras promueve leyes que hasta al más tibio de los musulmanes irritarían. Y todo porque lo que quiere es atacar y destruir los valores cristianos sobre los que se ha configurado nuestra sociedad.

Pero, parece que esta gentecilla de pensamiento cortoplacista no ha contado con una cosa. Y es que los musulmanes saben que están siendo utilizados y van a aprovecharlo para sus fines. Baste leer dos versículos del Corán para entenderlo:

No hay ninguna ciudad [de incrédulos] que no vayamos a destruir o castigar severamente antes del Día de la Resurrección. Esto es lo que ha sido decretado y registrado en el Libro [de Nuestros decretos].CORAN 17:58

Cuando queremos destruir una ciudad hacemos que sus dirigentes la corrompan, entonces la sentencia contra ella se cumple y la destruimos totalmente.CORAN 17:16

Los distintos mensajes lanzados desde el grupo terrorista Al-Qaeda -por cualquiera de sus filiales- van siempre en la misma línea: en devolver Al-Ándalus para el islam. Y, lamentablemente, esa corrupción moral y de valores en la que está sumida nuestra sociedad es perfecta para cumplir dicho objetivo. El islam es un freno a la libertad individual que caracteriza a los ciudadanos europeos. Se debería prohibir la construcción de centros de adoctrinamiento islámico, los minaretes en las mezquitas o la utilización de velo islámico o burka. En el resto de Europa ya se han dado cuenta e intentan corregirlo. ¿A qué esperamos en España?