miércoles, 23 de junio de 2010

Cisma interno

La reciente muerte del escritor comunista y ateo José Saramago, nos ha devuelto a esa hipocresía humana que dice que no se debe hablar mal de los muertos. En efecto, en su propia patria, Portugal, parece que han olvidado que este señor tuvo que "autoexiliarse" del país vecino por su asquerosa novela El Evangelio según Jesucristo -libro infame donde los haya en el que se dedica a insultar a la religión católica- recalando, como no, en España, concretamente en las Islas Canarias. Pese a todo, Saramago, su cadaver, fue recibido con todos los honores y loada su figura, algo incomprensible teniendo en cuenta la ideología y modus operandi de este individuo.

Sorprendentemente, L'Osservatore Romano, periodico oficioso de la Santa Sede, dedicó a tan totalitario escritor un artículo en el que calificaba a Saramago de "populista extremista" de ideología antirreligiosa y anclado en el marxismo. Ciertamente sorprende dicho artículo no por lo que dice, sino porque la Santa Sede, en estos asuntos, nos tiene acostumbrados a lo politicamente correcto. Y, ciertamente, es una agradable sorpresa que en este caso no se hayan plegado al buenismo postmorten con un individuo que se ha dedicado sistemáticamente a lo largo de toda su vida a atacar e insultar a la Esposa de Cristo y a los que creen en Ella.

Pero el comentario de hoy no va sobre Saramago, que pasará a la historia no por sus infumables obras, sino por ser el icono de la izquierda más anticlerical y totalitaria. Es de agradecer que la Iglesia deje las cosas claras con respecto a tipos que, como Saramago, desde fuera de la misma, siendo ateos, día sí y día también profieren insultos y zahieren a la Iglesia misma fundada por Cristo. Pero no es menos cierto que los ataques que más duelen y que hacen más daño son los que provienen de su mismo seno, por parte de individuos que diciendose católicos atacan sin piedad a la Palabra, el Magisterio y la Tradición. Y, lamentablemente, cada vez son más y más ruidosos y no exagero al decir que la Iglesia Católica vive, desde hace ya tiempo, un cisma interno.

Küng, Pagola, Boff, Masiá .... quiza sean los más conocidos, individuos educados en la fe católica y que hoy en día son cualquier cosa menos católicos. Pero la lista se agranda, con sacerdotes que desafian la autoridad de sus obispos, clérigos que han dado la espalda al carisma de la orden a la que pertenecen, órdenes religiosas que están totalmente echadas a perder, obispos que desafian la autoridad del papa, laicos que no creen ni una sola palabra de las que se recitan en el Credo Nicenoconstantinopolitano, y así un largo etcétera. La Iglesia, en su interior, cuenta con muchos enemigos de la fe, que se valen de la misma, para lanzar sus proclamas en contra del dogma. Y ya va siendo hora de que la Iglesia haga un autolavado y limpie toda la cizaña que crece en su interior.

Soy de los que piensa que es mejor una Iglesia pequeña pero que viva completamente la fe, a una más o menos grande pero con individuos que se dedican a confundir al resto de creyentes y que, en última instancia, condena su salvación. Sí, debemos seguir luchando contra todos aquellos anticlericales que, vacios de esa visión metafísica de la vida, se dedican, desde su supuesto razocinio, a atacar a la Iglesia. Pero está claro que, hoy más que nunca, debemos aplicar todas nuestras fuerzas a limpiar diócesis que están putrefactas, órdenes religiosas que son cualquier cosa menos católicas, universidad que enseñan de todo menos la fe católica, y, en general, sacar de la circulación eclesiástica a todos aquellos pastores y sacerdotes que han abandonado por completo la fe en Cristo. Para algunos, la correción fraterna y las posibilidades de reinserción son prácticamente nulas y sólo queda para ellos el juicio definitivo de Dios. Nosotros, al menos, procuremos que no sigan contaminando la fe de los demás.

Termino encomendando el alma del ateo Saramago a ese Dios en el que él no creía. Lo que hizo en la Tierra ya es historia, aunque no por ello deba ser olvidada y muchos menos por aquellos a quienes nos ofendió en vida. Para él sólo queda ya el perdón divino.

1 comentario:

  1. Personalmente,como católico,pedí por su alma.Un padrenuestro simplemente.Ya está en presencia de Dios,que Él lo juzgue.
    En cuanto a los vivos la cosa es más peliaguda.
    Unos se equivocan sin querer y otros lo hacen por orgullo o vaya usted a saber.
    Creo que el Espíritu Santo vela por su Iglesia,tengamos fe.
    Un saludo.

    (Comentario realizado en el blog alojado en Libertad Digital)

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