martes, 12 de mayo de 2009

La infamia de los infieles

Habida cuenta de las palabras del juez supremo de las cortes islámicas de Jerusalem ante el Santo Padre, creo que a nadie le cabrá duda de que los verdaderos responsables de la situación que se vive en Tierra Santa no son ni más ni menos que los musulmanes. Mientras el papa abogó por el diálogo, el jeque, que se encarga de repartir justicia conforme a la sharía, arremetió duramente contra Israel.

Sus palabras antisemitas revelan el verdadero calado moral de la mayoría de los musulmanes, para los que la única solución posible es el exterminio del Estado de Israel y, por ende, del pueblo judio. El maximo exponente de esta posición claramente racista se encuentra en el presidente iraní, un individuo que repetidamente ha negado la Shoah pero que parece contar con carta blanca por parte de numerosos países occidentales.

El diálogo con estos señores debería estar moralmente vetado a los que desean la paz. Igual que no se puede negociar con los terroristas de ETA, tampoco se puede dialogar con los que cargan de explosivos a sus propios conciudadanos para que los hagan estallar en cualquier calle o reiteradamente hacen llamamientos a la yihad. Con estos tipejos no hay nada de que hablar.

Sinceramente, no creo que, tras la visita del Santo Padre a Tierra Santa, la situación cambie sustancialmente, sobretodo si tenemos en cuenta que, mientras los musulmanes no cambién de discurso, los judios continuarán amenazados y los escasísimos cristianos que aún quedan en la zona amedrentados y anulados socialmente.

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